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lunes, 15 de febrero de 2010

Simonía

Sueños difusos, obtusos, arropan mi alma.
el amanecer eclipsado se levanta en calma,
lentamente se despereza la razón,
enemigo acérrimo de mi corazón.
El corazón sabe sutíles verdades
que sólo el alma tiene olvidadas.
La noche es pésimo testigo de tantas novedades,
los malos pensamientos cruzan las alhambradas
que protegen, cobijan, todas nuestras obviedades.
La oscuridad es fiél cómplice de la necedad,
la semilla del mal crece en piel propia
como agua de molino arrolla la terquedad
del campesino,que brama,ruge en la más innopía
de la tenebosidad la llegada del lobo asesino.
Pobre rebaño si depende de su sexto sentido,
pobre humanidad,si depende de nuestra bondad.

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